La motivación de un acto administrativo tiene que ser correcta para que éste no pueda ser impugnado. Por lo tanto, si atacamos a la motivación del acto su validez puede ser “destruida”. Por eso, tenemos que fijarnos en el/los verbos rectores que sustentan la motivación del acto y desvirtuar, en la medida de lo posible, cada uno de ellos.
Esto deja al acto administrativo sin piso!
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