¿Cómo piensan los abogados?

El libro “Thinking Like a Lawyer” (traducción al español: pensar como un abogado), del autor Frederick Schauer, lo leímos el año pasado. Nos llamó la atención, la claridad en especificar tres aspectos o cualidades que son propias del buen abogado, y que se las tiene en cuenta para quienes ejercen esta profesión en los Estados Unidos de América, pero que consideramos se aplica para el ejercicio de la profesión en cualquier país del mundo. Nos ilustra el libro acerca de cómo razonan abogados y jueces en el ejercicio de labor.

De inicio nos indica el autor que, el aprender solamente la normativa, como en una práctica de memorización, es un acto que se convierte en obsoleto rápidamente ya que esta varía constantemente y así no cambien las disposiciones, que son el texto de la norma, su interpretación sí que puede variar con el tiempo. Esto último lo vemos en los fallos de la Corte Constitucional del Ecuador, que siendo el máximo organismo de interpretación de la Constitución, interpreta e incluso cambia las normas infraconstitucionales, cuando las considera inconstitucionales, mediante sentencias atípicas de tipo interpretativo, aditivo, sustractivo o escalonado.

Por eso, todo buen abogado sabe que conocer la ley no es suficiente, y cuando nos referimos a normativa hablamos de todo el ordenamiento jurídico concordante con la materia en cuestión que estemos tratando, por ejemplo: para resolver casos de Contraloría hay que saber muy bien lo que dice la Ley Orgánica de la Contraloría General del Estado, su reglamento, la normativa interna emitida por el organismo de control, la Constitución de la República y el derecho procesal constitucional, el Código Orgánico Administrativo, Código Orgánico General de Procesos (cuando se litiga en los Tribunales), Ley del Sistema Nacional de Contratación Pública, y un largo etc.

Ahora, por supuesto que saber únicamente la normativa no es suficiente, aunque hay profesionales del derecho mediocres (como en toda profesión) que ni eso saben bien. La normativa, como todo en la vida, cambia constantemente así como su interpretación, que ni siquiera se debe únicamente a las modificaciones legislativas o de los órganos con capacidad de expedir actos normativos de carácter general sino a la interpretación que se va realizando de la misma. Así, la normativa se ve afectada por el segundo tema que un abogado debe manejar bien y es el desarrollo jurisprudencial. El autor del libro nos hace notar acerca de de la costumbre jurisprudencial respecto de que los tribunales inferiores, por lo general, seguirán los fallos de apelación que han realizado los tribunales superiores; y que los fallos previos del mismo tribunal se mantendrán en el futuro, regla conocida por el nombre en latín “stare decisis” o mantenerse en lo decidido o seguir el precedente. Esto, sin duda, facilita la toma de decisiones de los jueces.

Conocer los fallos jurisprudenciales complementa el conocimiento de las normas, en la materia que sea. De hecho, más se aprende leyendo los fallos de la justicia que leyendo la misma normativa. El saber cómo están fallando los jueces, en las diferentes instancias y vías de impugnación, orienta de forma adecuada la defensa de cualquier caso. En nuestro país, hay jurisprudencia vinculante, como el caso de las reglas jurisprudenciales dictadas por la Corte Constitucional y los fallos de triple reiteración de la Corte Nacional de Justicia; y no vinculante como el resto de decisiones judiciales que, si bien no son obligatorias, orientan la toma de decisiones de los jueces para casos de similares características o análogos a los que se está juzgando. El autor, nos indica que no solo es importante conocer lo que se ha decidido en un fallo sino por qué se lo ha decidido; es decir, identificar la “ratio decidendi” del precedente que es la base o razonamiento para la decisión. Adicionalmente, es importante también identificar en un fallo las exposiciones de los jueces que no son relevantes o esenciales para la toma de la decisión, es decir no son parte de la “ratio decidendi” y que se conocen como “obiter dicta”.

Finalmente, el tercer tema que hace un buen abogado es saber sobre lo que se denomina doctrina. Esto es, el manejo claro de los conceptos jurídicos que emanan de los estudiosos del derecho. Estas opiniones son citadas, de hecho, por los jueces en las sentencias para reforzar su punto de vista y motivar los referidos actos, y aunque no tienen el carácter vinculante influencian en las decisiones de los órganos de justicia. Ya que, cuando un abogado cita a un autor, como autoridad de cierto tema, en realidad está presentando un endoso de ese autor y tener eso en un escrito es mejor que no tenerlo. Citar doctrina es como el anzuelo que hace más fácil justificar la decisión que tomará el juez, en su “íntima convicción”.

Todo abogado intenta convencer a los jueces de que su cliente tiene la razón o el argumento correcto, pero no lo hacen meramente como un ejercicio retórico persuasivo si no que el buen abogado lo hace con autoridad. Y ¿qué da esa autoridad?, pues apoyarse en la normativa, los precedentes y la doctrina.


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2 thoughts to “¿Cómo piensan los abogados?”

  1. Felicito apreciado Ingeniero Francisco Aguirre por estos artículos que contribuyen a mejorar el criterio y competencias en los profesionales que directa o indirectamente se encuentran relacionados o afectados por resoluciones que vienen de fundamentaciones inconsistentes
    Felicito y sigan ilustrando estos conocimientos y experiencia que ayudan y forman una sociedad del conocimiento
    Marcelo

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